lunes, 2 de febrero de 2009

La larga búsqueda de identidad del Presidente electo de Estados Unidos:

EM., Int., miércoles 5 de noviembre de 2008.

Sus orígenes kenianos, su raza híbrida -negro, pero no del todo-, sus hogares en Hawai e Indonesia, sus estudios, su madre liberal y su padre ausente marcaron su personalidad.

JEAN PALOU EGOAGUIRRE.

--

"¿Te puedo tocar el pelo?". El compañero nuevo de curso no pasaba inadvertido, y una curiosa niña colorina quería comprobar cómo era el peinado "afro" del pequeño Barry.

Poco antes, en el elitista colegio Punahou de Hawai -de mayoría blanca-, la profesora les había explicado a sus alumnos que el padre de Obama provenía de un pueblo de Kenia. "¿De qué tribu era?", le preguntó ella. "De los Luo", contestó el tímido niño de diez años. Entonces, un compañero, el chistosito del curso, gritó desde el fondo del salón: "¡Luo, luo, luo!", imitando el chillido de los monos. Otro niño, con una duda mucho más sincera, le preguntó: "¿Tu papá come personas?".

Esa sensación, la de ser un extraño, no era nueva para Obama.

En Indonesia, donde vivió desde 1967 hasta 1971 -su madre Ann se había casado en segundas nupcias con el indonesio Lolo Soetoro-, al regordete Barack le tocó ser un extranjero en una cultura diametralmente distinta: debió lidiar con bromas de niños que le llamaban "negro" y que lo engañaban dándole pasta de camarón en vez de chocolate, tuvo que aprender a escribir con la mano derecha -ser zurdo no era bien visto- y a cambiar los hot dogs por grillos y serpientes.

En estos años, la madre de Obama, una antropóloga de Kansas, le inculcó el orgullo afroamericano, una herencia que vivía más por el color de su piel que por lo que compartió con su padre, quien lo abandonó a los dos años.

Mientras en la escuela pública de Yakarta aprendía las enseñanzas del islam -lo cual dio pie para que se dijera que estudió en una "madrasa radical"-, en su casa Ann lo despertaba a las cuatro de la mañana para repasar inglés y le daba libros sobre el movimiento de derechos civiles en EE.UU., grabaciones de Mahalia Jackson y discursos de Martin Luther King.

"Cada hombre negro era Thurgood Marshall o Sidney Poitier; cualquier mujer negra era Fannie Lou Hamer o Lena Horne", cuenta Obama en "Dreams from my Father". "Ser negro era ser beneficiario de una herencia, un destino especial, una carga gloriosa que sólo nosotros eramos suficientemente fuertes para soportar".

Con ese espíritu, Barack tomó una decisión muy madura para su edad: a los diez años le pidió a su madre quedarse en Hawai con sus abuelos. Fue con ellos que aprendió de primera mano "cómo piensan los blancos", y de ellos recibió una educación derechamente cristiana; antes, su mamá -quien no era muy religiosa- le hizo conocer la Biblia, pero también le enseñó libros "espirituales" como el Upanishad hindú o el Tao Te Ching.

Pese a las bromas colegiales, Obama disfrutó del "aloha spirit" de Hawai, isla donde un afroamericano se camufla entre samoanos, fijianos o tonganos. "Mi nombre viene de Kenia, mi acento de Kansas", solía explicar .

Este sentido de pertenecer a varios lugares -o a ninguno en particular- reforzó su identificación con la historia de su papá keniano. Recurriendo a su imaginación, les decía a sus amigos que era un "gran príncipe" de una tribu "llena de guerreros".

Pero la conciencia de raza no habría sido tan determinante en la adolescencia de Obama. Según quienes lo conocieron, él no era uno de los Brothers, como se llamaba un grupo de jóvenes negros de la isla, y prefería el mote de "Barry O' Bomber" que se había ganado jugando en el equipo de básquetbol del colegio.

Sin embargo, poco tiempo después se hizo muy amigo de Keith Kakugawa, quien lo inició en el consumo de alcohol, de marihuana y en alguna ocasión de cocaína. Según Obama, entonces quería "sacar de mi cabeza las preguntas acerca de quién era yo", y en "Dreams...", describe a Kakugawa -quien ha pasado ocho años en la cárcel por tráfico de drogas- como una persona con un fuerte sentimiento "anti blancos", con quien sostuvo largas charlas sobre raza y racismo.

En ese tiempo también leyó a autores de temáticas raciales como James Baldwin, Ralph Ellison o Langston Hughes, así como la autobiografía de Malcolm X.

Luego, en el college liberal Occidental, en Los Angeles, Obama -ya de 18 años- desarrolló su activismo. Mientras se adentraba en Nietzshe, Freud y Sartre, y con Led Zepellin, Rolling Stones y los B-52's como banda sonora, solía debatir sobre la invasión de la URSS a Afganistán o la pobreza en el tercer mundo y participaba en protestas contra el apartheid en Sudáfrica. Y sus compañeros le escuchaban.

Con ese germen social -influenciado por su madre-, se cambió a la Columbia University, en Nueva York, y más tarde se convertiría en organizador comunitario en zonas empobrecidas de Chicago, donde vivían principalmente negros.

Pero algo no le calzaba.

Sólo supo qué era en 1987, cuando visitó por primera vez Kogelo, la aldea de su padre ("un fantasma contra el que he peleado toda mi vida") y conoció a varios de sus siete medio hermanos.

Ahí todo le hizo sentido. Ahí completó el puzzle sobre sus orígenes y su identidad, se sintió orgulloso de su pelo crespo y de ser un heredero de los Luo... y no tuvo que inventar nada.

Ahí también desempolvó una de los pocos mensajes que le dejó su papá: "Llegará el día en que el agua subirá de nivel y encontrarás una carrera hecha a tu real medida". Una vieja carta que le recordaba quién es: "Tú eres un Obama. Deberías ser el mejor".

COMICS. Durante su adolescencia, Barack Obama coleccionaba cómics de Spider Man y Conan el Bárbaro. Pasaba largas horas dibujándolos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario